Photobucket

¨Donde quieras que vayas, no importa, donde vayas cumple siempre con tu deber…y sabe que yo siempre estaré allí, dentro de ti guiándote en cada paso del camino.
En los años por venir me experimentarán en muchas manifestaciones diferentes de mi forma.
Tú eres yo mismo, más que amado para mí.
Te protegeré como los parpados protegen a los ojos. Tú ya me tienes, así como yo te tengo a ti. Nunca te abandonaré y tú nunca podrás abandonarme.
De ahora en adelante, no desees ni anheles nada desempeña tu deber con un amor invariable, viendo a todos como a Dios.
Sé paciente a su debido tiempo, todo te será dado.
Sé Feliz, no hay necesidad de preocuparse por nada sea lo que fuere que se experimente, sea lo que fuera que suceda, sabe que este avatar así lo quiso.
No existe poder en el mundo que pueda demorar ni por un instante la misión para la cual este avatar ha venido.
Todos Ustedes son almas sagradas y tienen asignado el papel que habrán de desempeñar en el drama de La Nueva Edad de Oro que vendrá…¨.



"BHAGAVAN SRI SATHYA SAI BABA" .



viernes, 9 de septiembre de 2011

VALORES ASOCIADOS AL VALOR VERDAD (JUNIO)

ORGANIZACIÓN SRI SATHYA SAI BABA ARGENTINA
2011 - AÑO DE LA VERDAD

“No busques la verdad fuera de ti. La Verdad eres tu”

MES DE JUNIO
VALOR ASOCIADO: LA COHERENCIA

“Sin coherencia no hay valores”




Sai Baba nos enseña el trascendente tema de practicar la COHERENCIA en el pensamiento, la palabra y nuestros actos, como una decidida disciplina hacia la visión y el reconocimiento de la unidad que somos.
“El peor de los Karmas (acción) es hacer lo contrario de lo que predican: negar con la mano lo que la boca difunde. Si no pueden actuar de acuerdo a sus declaraciones quédense callados,  no vayan por ahí proclamando y publicando que son hipócritas.  No prediquen Dharma, (rectitud) mientras lo denigran con sus acciones. El Dharma es firme, inalterable, nunca podrá decaer. Lo que sucede es que aquellos que deberían practicar el Dharma, declinan en su fe y constancia. A un hombre se lo juzga por la práctica, no por los preceptos que declama. La coordinación en  pensamientos, palabras y acciones es el primer paso en el camino espiritual. La falta de correlación entre ideas, expresiones y acciones lleva al autoengaño, la hipocresía y el fracaso espiritual.”
Sri  Sathya Sai Baba
"Si cada persona observa tres cualidades, podrá ser uno con Swami. Experimentarán la Divinidad en ustedes. Como estas tres están en mí, puedo declarar firmemente acerca de ellas. Las tres cualidades comienzan con la letra P, ellas son: Pureza, Paciencia y Perseverancia. Estas tres están en Mí y alrededor de Mí. Cualquiera que posea estas tres cualidades estará libre de temor dondequiera que esté."
"La cualidad más importante es la Pureza. Hoy en día todo está contaminado: el agua y el aire, los cinco elementos en su totalidad están contaminados; como resultado, la mente del hombre también está contaminada. ¿Cómo se puede alcanzar la pureza? Llenen sus mentes con pensamientos de Dios, dediquen todas sus acciones a Dios y considérenlo como el motivador interno.
Sai Baba nos indica con claridad que para poder lograr unidad en el pensamiento, palabra y acción, cada una de estas partes debe estar ubicada en un determinado nivel.
Por ejemplo, si mediante las cualidades de las tres P (pureza, paciencia y perseverancia) logramos instalar nuestro pensamiento en la Pureza, emitir palabras desde la Paciencia y actuar con absoluta Perseverancia, habremos de lograr una triple unidad que marcará el definitivo camino hacia el reconocimiento de la Divinidad que hay en cada una de las partes de la Creación, incluyendo a cada uno de nosotros.
En la práctica, este reconocimiento produce el estado de bienaventuranza; que en realidad lo buscamos en lugares equivocados, sin ver que está en nosotros. Cuando reconocemos la bienaventuranza se produce un verdadero redescubrimiento de otro nivel de realidad, pero ilimitado y permanente.
Sathya Sai Baba nos indica un camino directo para lograr las tres cualidades a que hace referencia. Si nos esforzamos para instalar entre nuestros pensamientos aquellos que son sagrados, si sólo emitimos palabras relacionadas con éstos para que se transformen en significativas y todo ello lo concretamos en acciones nobles, el temor, el dolor y el sufrimiento prácticamente abandonarán este complejo cuerpo-mente-espíritu que somos cada uno de nosotros.
Baba también nos guía para que no quede sólo en una enunciación de palabras o pensamientos, sino que podamos llevarlo a la práctica en las acciones cotidianas.
La clave que nos da es que ofrezcamos todos nuestros pensamientos a Dios, que en cada cosa de la que hablemos observemos a Dios, y que cada acción que tomemos la realicemos con la actitud de servicio desinteresado hacia los demás.
Sri Sathya Sai Baba


MATERIALES PARA  EL TALLER VIVENCIAL


1. Obra de teatro sobre la coherencia
      Autor:  El joven Sathya, en la escuela.

En cierta ocasión, en la escuela, el maestro pidió a  Sathya  que escribiera y montara una obra de teatro en telugú. El tema que eligió Sathya fue el de  la coherencia, el  actuar de acuerdo con lo que se manifiesta que se hará. El título fue  <<¿Siguen tus actos a tus palabras?>>
El telón se abre en una escena que muestra una dama ante un grupo de mujeres a las que les está leyendo el Bhagavata y les está explicando el significado de las estrofas. Dice que es deber del ama de casa ser caritativa únicamente con los que lo merecen: los lisiados que no pueden ganarse el  pan con el trabajo   y no los vagos  que viven como parásitos. Un poco después las mujeres se dispersan y la dama se queda sola con su pequeño hijo, que ha mostrado desde el comienzo un enorme interés en lo que escuchaba. En este momento aparece un mendigo ciego que hace toda clase de esfuerzos para llamar la atención, pero es rechazado y ahuyentado. Luego aparece un mendigo gordo con una gran panza, una tambura ricamente adornada y un brillante recipiente de cobre lleno de granos.  La madre lo recibe respetuosamente, le ofrece arroz y monedas y luego se postra a sus pies, solicitando su bendición. El niño se muestra confundido y le pregunta a la madre porqué no actúa de acuerdo a lo que estaba aconsejando unos minutos antes. La madre lo hace callar con un contundente “¿Podemos actuar sierre como decimos?” Irritada por esta impertinencia del niño quien se atreve a cuestionar la ética de la conducta de los adultos, la madre arrastra al niño a la oficina del padre, un funcionario público de alto rango. El padre le da un largo sermón sobre el valor de la educación y de cómo la gente debe estudiar e ir avanzando de un grado a  otro, sin importarle las dificultades. De manera imprevista entra un escolar y solicita una rupia que le falta para pagar la inscripción en el colegio, ya que de otro modo será borrado de las listas y perderá sus estudios. El padre le dice que no tiene dinero y como prueba le muestra el monedero vacío. Unos minutos más tarde entran al despacho un grupo de jóvenes pertenecientes a la misma oficina  y le presentan una solicitud pidiendo su contribución para una comida de bienvenida en honor de un funcionario que se hará cargo del departamento en unos días más. El padre se muestra jubiloso ante esta idea y sugiere que todo debe hacerse  de manera muy distinguida para agradar al recién llegado. Luego se ofrece a redactar el discurso de bienvenida y abriendo uno de los cajones les entrega la considerable suma de veinte rupias. El niño mira toda la escena boquiabierto y luego le pregunta al padre  porqué ha ido contra sus propias palabras, y porqué le mintió al escolar. El padre se vuelve furioso contra su hijo y le grita: “¿Es que los actos han de seguir siempre a las palabras”?  Y molesto le grita a su hijo que se vaya a la escuela.

2. Ejercicio de autoindagación sobre la coherencia.
Por la coherencia entre lo que piensa, dice y hace, se considera  una  persona  honrada  y  honesta. Vamos    a    ir   describiendo   actitudes   por  las  cuales  no  se  considera una persona honesta y  por cuales sí.
- No es honesta la persona que manifiesta buscar el bien de los demás en sus acciones y, sin embargo, internamente sabe que lo que le lleva a obrar de una determinada manera, es satisfacer sus apetencias de sentirse importante.
- No es honesta consigo mismo cuando intenta disfrazar la verdad, ni es honesta con los demás, que confían en ella, en sus palabras.
-No es honesta la persona que dice defender unos principios solidarios, cuando en su fuero interno sabe que para ella sólo cuentan sus intereses personales, y sus acciones están encaminadas a conseguir sus propios fines.

-No es honesta la persona que hace una promesa, da una palabra y no la cumple.

-No es honesta la persona que no respeta la buena fe de sus iguales, abusa de su preponderancia sobre los que dependen de ella y adula a sus superiores.

-No  es  honesta la persona que quiere aparentar lo que no es, hace ver que es poseedor de unos valores determinados y sólo cultiva la "imagen", sin tomarse el trabajo de "ser" verdaderamente. Se  engaña a sí mismo, aunque no a los demás, que terminan por descubrir la frivolidad, la superficialidad, la mala fe si esta existe.

-Es honesta la persona que, conforme con sus ideas, con sus valores libremente elegidos, amorosamente acogidos, firmemente defendidos, se modela a sí mismo.

-Es honesta la persona que en su interior se debate sabiendo que la coherencia no es siempre perfecta, pero que puede acercarse lo más posible a ella sobre todo si pone todo su empeño en buscar su verdad.

-Es honesta la persona que toma sus decisiones, cuando siguiendo los dictados de su conciencia, aun en temas en los que nadie puede garantizarle seguridad, pero a los que da las soluciones que cree más justas.

-En resumen, es honesta la persona que en situaciones de vital importancia, no pierde de vista la esencia moral y dice y obra de forma autónoma, asumiendo en todo momento la responsabilidad de sus actos, sabiendo lo que es, sabiendo lo que quiere hacer y queriendo lo que hace.


3.- Práctica o vivencia de la coherencia

- Examina si tus actitudes y palabras no cambian radicalmente según el lugar y las personas con quien estés. Que en todo lugar se tenga la misma imagen y opinión de ti.

- Piensa en la coherencia que exiges de los demás y si tu actúas y correspondes, al menos, en la misma proporción.

- Se prudente para elegir amistades, lugares y eventos. Así no tendrás que esconderte, mentir y comportarte en forma contraria a tus principios.

- Evita hacer trampa o cumplir con tus obligaciones a medias. Aunque sea lo más fácil y nadie se percate de ello por el momento.

- Procura no ser necio. Considera que algunas veces puedes estar equivocado, escucha, reflexiona, infórmate y corrige si es necesario.

- Evita discusiones y enfrentamientos por cosas sin importancia. Si hay algo que defender o aclarar, no pierdas la cordura. Serenidad, cortesía y
comprensión.


4.- Frase o cita:   “”Sin coherencia no hay valores humanos

El Señor Buda ponía todo su énfasis en la pureza, para cada aspecto de la vida diaria. Pureza en la visión, pureza en el pensamiento, pureza en la palabra y pureza en la acción”.
5. Bhajan
SOLO QUIERO ESTAR  SWAMI  A TUS PIES,
MI GRAN SEÑOR (2)

MII VIDA ENTERA SAI  ES PARA TI (2)

SÓLO QUIERO ESTAR SWAMI A TUS PIES
OH BHAGAVAN (2)

TE OFREZCO MIS  ACTOS
TE ENTREGO MIS PALABRAS
MIS PENSAMIENTOS, SATHYA SAI BABA. (2)

MATERIALES PARA LA LECTURA Y REFLEXIÓN PERSONAL
Ética de los valores y coherencia existencial
La autocoherencia como valor
Con todo cabría plantear aún la cuestión de si es bueno o no el esfuerzo por mantenerse firme en una jerarquía de valores determinada. Hay quienes mantienen que la existencia humana se ennoblece y es digna de admiración fundamentalmente por su firmeza, por su coherencia. La coherencia existencial sería una suerte de metavalor, pues consistiría en aferrarse con uñas y dientes a una precisa jerarquía de valores, contemplando como traición imperdonable del sujeto consigo mismo admitir cualquier variación es dicha jerarquía.
Cabe observar al respecto que el término autotraición es semánticamente impropio, pues la traición implica dualidad: implica la existencia de otra persona con la cual se ha establecido un pacto o bien hacia la cual se tiene determinados deberes. Traicionar es siempre un verbo transitivo: se traiciona a alguien; y ello ocurre cuando el traidor no ha sido fiel a los compromisos naturales o adquiridos libremente que le obligaban respecto a otra persona. Hablar de autotraición es forzar el significado del término traición, lo cual sólo tiene cierta lógica si se desdobla al sujeto en dos: una parte de mi ser traiciona a otra. La parte traidora es mi libre determinación; ahora bien, ¿cuál puede ser la parte traicionada? Debería ser algo mío no inferior a mi libertad, algo que esté respecto a mi libertad en régimen de igualdad o de superioridad. ¿Qué puede ser eso?
Hay dos respuestas posibles. Si el discurso sobre la autotraición está determinado por un ideal de coherencia, entonces la parte traicionada es entendida como mis anteriores actos de libertad, mi yo historiable; por extensión, un acto aislado de libertad traicionaría la unidad uniforme de mi biografía íntima.
Ante esta interpretación cabe preguntarse si no distorsiona la naturaleza íntima de la libertad, pues para el hombre que vive en el mundo ésta significa precisamente un factor de indeterminación, de imprevisibilidad, de cambio radical en la orientación del ser. Por otra parte, atendiendo a la naturaleza profunda de la libertad que es el señorío y dominio del hombre sobre sí mismo a la hora de orientar su destino, la coherencia absoluta en los actos volitivos sólo sería razonable en un hombre que tuviera siempre un conocimiento nítido y perfecto de lo que es bueno para él; tal imagen de hombre es sencillamente una utopía; Leonardo Polo lo fundamenta en la naturaleza misma del espíritu humano: “nuestro espíritu es respectivo a la felicidad antes de saberlo. Esta no es una tesis gnoseológica, sino una tesis ontológica: la voluntad no sabe qué es la felicidad. (…) Nuestra órexis está determinada exclusivamente por la felicidad. Sin embargo, desde el punto de vista vital del ejercicio de sus actos, esa determinación puede no ser suficiente. (…) Conocemos que existen bienes, pero como la dimensión humana que se corresponde con el bien es la voluntad, ese conocimiento puede quedarse corto”.
La evolución y el cambio son características de la vida del ser humano, el cual no llega a ser conciencia absoluta del Absoluto, sino que vive como un ser constitutivamente histórico, como un ser que al hilo de lo que le acontece va vislumbrando retazos de qué es lo que vale la pena, como un ser que procede por tanteos, que avanza y retrocede, que acierta y se equivoca.
La autocoherencia como unidad de vida
Proponer una coherencia absoluta a los actos de libertad como metavalor de cualquier jerarquía de valores es por sí mismo un sinsentido, y llevaría a encarcelar la libertad con cadenas forjadas por ella misma. Entonces, ¿por qué resulta atractiva esta visión del hombre perfectamente coherente?
Esta cuestión introduce la segunda respuesta posible a la pregunta por el sentido del término auto traición. La dualidad que este término propone puede interpretarse también como el enfrentamiento posible entre fidelidad a los valores y atracción hacia objetos contrarios a dichos valores, enfrentamiento que tiene lugar en el seno de una voluntad voluble o débil. La deliberación que precede a todo auténtico acto de libertad del hombre en el mundo tiene una estructura dramática. Es decir, como acontece en el teatro tal deliberación parece tener lugar bajo el modo de un intercambio de diálogos contrastados que, en el seno de la conciencia, parecen provenir de instancias diversas y aun opuestas: parecen voces de personas distintas que discuten entre sí, a veces agriamente, como enemigos.
La experiencia de este diálogo dramático revela que uno de los ficticios personajes en litigio suele representar lo que podía denominarse nuestro yo más íntimo, aquel ligado por la fidelidad a valores lúcidamente percibidos y que son fuente de deberes, aquel yo que alguna vez ha oteado en lontananza verdades teóricas y prácticas profundas. Su contrincante es a menudo el yo empírico, fuertemente determinado en sus apreciaciones por las realidades sensibles del presente. El contraste o disputa entre ambos personajes ha sido denominado clásicamente tentación o bien conversión (metanovia). En efecto, el yo empírico no es siempre el villano del drama; en ocasiones, el contraste de ideas e ideales preconcebidos con al realidad palpable puede llevar la hombre a la conciencia de que tales ideas o ideales eran insuficientes y parciales —al conocimiento de que eran falsos—, abriendo su mente y su corazón hacia nuevos horizontes asentados en verdad.
Pero, si las cosas son así, la coherencia profunda de un sujeto humano puede tener tanto la forma de una continuidad con los valores anteriormente sostenidos por él como también la de una ruptura con los mismos. E inversamente, el hombre puede autotraicionarse tanto por inmovilismo como por mutación.
Formas de autocoherencia
Ello nos lleva a constatar que las actitudes de coherencia o de fidelidad en el terreno axiológico no pueden ser caracterizadas sólo formalísticamente. Para definir la coherencia razonablemente es preciso investigar en cada caso la naturaleza de aquello a lo que el sujeto se adhiere o de lo cual se despega, es preciso calibrar si realmente y en concreto vale la pena tal adhesión o tal despego. La coherencia del asesino puede ser estéticamente apreciable o interesante —por eso puede ser la línea argumental de novelas y películas del género negro y lo ha sido de hecho—, pero no por ello deja de ser realmente monstruosa —considerada en su universalidad humana y no sólo en una sola de sus dimensiones—. La coherencia de Van Gogh que, venciendo poderosas resistencias, se sumerge en ambientes obreros y campesinos, explora la interioridad humana y pinta de un modo novedoso, es la razón de su merecida fama. La incoherencia de un estafador que se arrepiente es magnífica, pero la incoherencia del médico que se emborracha antes de operar, es maléfica.
Otra manera de abordar la tesis afirmada en el párrafo anterior consiste en distinguir diversos tipos de hombres coherentes o diversos modos de ser coherente con una jerarquía de valores. En este sentido podían enumerarse las siguientes actitudes distintas entre sí: 1) la coherencia del loco, por ejemplo la del loco paranoico; 2) la coherencia del neurasténico anancástico, del hombre cuya rígida psicología le hace temer y evitar cualquier cambio en su vida; 3) la coherencia del egoísta; 4) la coherencia del hombre fiel; 5) la coherencia  del fanático.
Como ya advirtiera Chesterton, un lugar privilegiado para toparse con casos vivos de estricta coherencia lógica son los manicomios. Un paranoico, por ejemplo, que sufre de manía persecutoria, reinterpreta todos los datos que percibe, integrándolos con una lógica inexorable en su esquema de víctima propiciatoria. Es tal la coherencia de su mente que ni siquiera un gesto amable o una manifestación de cariño pueden apartarle de su obsesiva seguridad en el propio daño; es más, la amabilidad de los otros le resulta más temible que la dureza, pues aparece a sus ojos como maldad hipócritamente disfrazada, orientada por un secreto e inconfesado designio de ganar su confianza y hacerle bajar la guardia en su autodefensa. La coherencia del neurótico es inquebrantable, pero en ello radica su tragedia: esa coherencia le mantiene alejado de la realidad, trágicamente alienado.
El neurasténico mantiene una coherencia funcional: su modo de vida es extravagante, él es consciente de ello y a menudo le causa muchos sufrimientos no poder actuar normalmente y vivir como los demás. Sin embargo, se atiene a las normas de vida que se ha autoimpuesto, porque sólo el imaginar que se sale de ellas le causa auténtico pánico. Su coherencia tiene, pues, una raíz emotiva: un gran temor que no puede racionalizar, pero que no por ello es menos eficazmente agarrotante. Esta coherencia paraliza así la libertad y empequeñece la vida humana.
El egoísta es también sumamente coherente: su bienestar es siempre el último de fines, omnipresente en todas sus decisiones. Nada le atrae si no es un objeto que pueda satisfacerle y por esta razón no emprende acción alguna que no esté dirigida a su propio beneficio. La coherencia del egoísta se enraíza en una elección del bien para mi por encima del bien en general; dicha elección tiene un efecto perverso, porque el bien para mi que guía la conducta del egoísta debería ser denominado con más precisión lo que yo veo que es bueno para mi. Ahora bien, si el egoísta no es la conciencia absoluta, entonces es muy posible y probable que no vea todo lo que es bueno para él o incluso que se equivoque, viendo como bueno para él lo que en realidad lo perjudica. De este modo la coherencia del egoísta ha sido denominada a veces su torre de marfil: el egoísta es un prisionero que no sabe de su condición de preso. Esta coherencia aprisionante priva al egoísta de bienes que no sospecha. Paradójicamente, quien lo quiere todo para sí desconoce qué es el todo, es decir, está ciego para los bienes que más profundamente podrían enriquecerle.
Fidelidad y coherencia
El hombre fiel a una persona es coherente con una jerarquía de valores, pero no lo es sólo porque esté convencido de que vale la pena respetarlos, sino sobre todo porque ama a una persona a quien esos valores están de alguna forma ligados. Un hombre casado que es fiel a su esposa mantiene una conducta afectiva correcta con otras mujeres —lo que se denomina castidad conyugal— y lo hace principalmente porque ama a su esposa: esa es la razón más poderosa que guía sus acciones al respecto. Naturalmente es posible que él mismo haya adquirido un aprecio por el valor de la castidad; en este caso, aun cuando su mujer lo abandonara y se separase de él, poseería un motivo para continuar viviendo como lo hiciera anteriormente, aunque ahora su motivación no fuese la fidelidad conyugal. En este caso se habla de que tal persona es fiel a algún valor; aunque la palabra fidelidad está tomada aquí impropiamente —pues no hace referencia directa a otra persona como motivo de la insistencia en tal o cual valor— la expresión utilizada apunta a una realidad importante: el hombre por si mismo es capaz de reconocer bienes valiosos de los que se derivan para él obligaciones y deberes. Como se verá más adelante el reconocimiento y respeto de los mismos puede ser una vía para descubrir que dicho comportamiento es una forma imperfecta de vivir la fidelidad hacia Dios como persona, el cual es simultáneamente creador y medida de todo bien ulterior.
Un amigo fiel a su amigo habla sinceramente a su amigo y se confía a él porque éste es su amigo; quizás ante otras audiencias se explaye, sin embargo, de modo cínico, callándose lo que piensa o disfrazándolo bajo formas no comprometedoras. En definitiva, la coherencia del hombre fiel se fundamenta, pues, en alguna clase de amor: amor erótico o conyugal; amistad o afecto. La cohesión de esta coherencia depende de la fuerza y calidad del amor que la inspira.
Pero hay que observar que el valor antropológico de la coherencia por fidelidad depende de eticidad de los valores que la persona amada inspira. El hombre fiel también puede mentir por amor —porque la persona amada le insta a ello o porque él cree que la protege o que la favorece mintiendo— e incluso puede ser capaz de asesinar por amor. Naturalmente quien asesina por amor tiene un amor sumamente imperfecto y equivocado, pues realmente causa un gran mal a su amada haciendo de ella causa última o bien ocasión inductora de un crimen. Pero en cualquier caso, parece que tampoco la coherencia inquebrantable está justificada automáticamente por razones de fidelidad.
Por José Miguel Odero

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mi Ping en TotalPing.com
"OM SAI ISHWARAIA VIDMAHE SATHYA DEVAYA DHIMAHI TANNASARVAH PRACHODAIAT"