¡Lo mismo
ocurre con la vida, sabio señor!. Su duración es como la de una gota de
agua que resbala sobre la hoja del loto. La existencia sólo puedeser
gratificante para los que gozan de autoconocimiento1
. Abrazar el
viento,romper el espacio o intentar ensartar olas en una guirnalda, es más
sensato que confiar ingenuamente en esta vida. Procurando en vano alargar su duración,
el hombre sólo consigue aumentar sus sufrimientos y prolongar su dolor. Sólo
vive realmente el que se esfuerza por conquistar el autoconocimiento, que es lo
único valioso que podemos alcanzar en esta vida y lo que pone fin al cruel
ciclo de las reencarnaciones. El hombre que lo desdeña pasa su vida como los
asnos. El conocimiento de las escrituras sólo es un fardo pesado y lacerante
para el que está rodeado de deseos; el que vive agitado y descontento, no puede
sufrir el peso de su propia mente; para el que carece de autoconocimiento la
mera existencia ya es una carga insoportable.
Los dientes del
tiempo roen sin descanso la cuerda de la existencia. La termita de la
enfermedad destruye a los seres vivos por muy sanos que parezcan. La muerte
está siempre acechando a la vida, como el gato está atento a los movimientos
del ratón para saltar sobre él y despedazarlo.
1 El
autoconocimiento o conocimiento del yo es el supremo conocimiento de la
filosofía orientaly suele denominarse átmavidyá
o átmajñána, o simplemente vidyá, la sabiduría, o jñána, el co-nocimiento
en sentido estricto.
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